Las crucíferas (también llamadas brasicáceas) son plantas representadas por al menos 13 especies (seguramente más) en la Sierra. De estas, 7, más de la mitad, tienen las flores amarillas. Se trata de plantas herbáceas que rara vez superan el metro de altura, con tallos de grosor de fino a intermedio, hojas largas y anchas y a menudo en roseta basal y flores con 4 pétalos redondeados que se disponen formando una cruz, característica que da nombre a la familia. En esta familia es importante la forma de los frutos, diferenciándose entre crucíferas de fruto alargado y crucíferas de fruto esférico o ensanchado.
Fruto alargado
A este grupo pertenecen especies empleadas para alimentación como las coles y los nabos, aunque centrándonos en las presentes en la Sierra, las diferentes especies de rabanizas (comúnmente llamadas «robanisas» por los callosinos) son las dominantes ya que son especies que crecen con mucha facilidad sobre suelos degradados. Si hubiera que elegir un modelo de planta crucífera ésta sería la rabaniza amarilla, que abunda en la Sierra durante los meses de diciembre-enero formando mantos amarillos visibles a muchos metros de distancia, por la claridad con la que se aprecian las características canónicas de dicho grupo. No obstante, tanto en el resto de rabanizas como en el alhelí silvestre y el matacandil son también visibles estas características.