Si hay una familia de plantas que domine sobre el resto en número de especies son las compuestas, también llamadas asteráceas. Son compuestas 41 de las 262 especies identificadas, lo que hace que sean el 15,64% del total. Además, 30 de estas 41 especies tienen las flores amarillas y eso es el 73%. Para entendernos, a esta familia pertenecen las plantas tipo “margarita” y las plantas tipo “cardo”, aparte de otras sin un tipo claro que las agrupe.
En esta entrada vamos a explicar cómo son las flores de las compuestas y hablaremos de las tipo “margarita”.
Se llaman plantas compuestas porque lo que parece ser la flor es en realidad una agrupación de muchas flores pequeñas e independientes, cada una con sus estambres y pistilo, formando una estructura llamada capítulo y están recogidas en una estructura verde en forma de copa llamada receptáculo. Las flores pueden ser de dos tipos: liguladas (alargadas, siempre presentes, en la parte de fuera del capítulo) y tubulosas (forma de tubo, a veces ausentes, en el centro del capítulo).
Esquema flor ligulada y esquema flor tubulosa.
Las compuestas tipo margarita son la mayoría y en ellas, al menos uno de los dos tipos de flores son amarillas, aunque generalmente las dos lo son. Se trata de plantas cuyos capítulos son muy parecidos y hay que recurrir a las hojas o los tallos para diferenciarlas. Los frutos son esferas plumosas blancas (vilano) que se desprenden con el viento, conocidos popularmente como “abuelicos”. Pertenecen a este grupo las manzanillas, siemprevivas, cerrajas, lisones, diente de león, barba de viejo, ajonje, flamenquilla, almirón, hierba mosquera, lechugas y flor de muerto.
Vilano («abuelico») desprendiéndose del receptáculo.
NOTA: No todas las especies con capítulos florales son compuestas, ya que hay dos familias con estructuras florales parecidas a las compuestas: las dipsacácas y las globulariáceas. Para no caer en confusiones hay que comprobar todos los caracteres.